19.8.14

MOISÉS, DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD.


Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.

El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (Ex.15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".

La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a Él.

Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones cultuales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el Sinaí.


Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios.


Moisés nació en Tanis hacia el año 1300 a. C., cuando la opresión de los egipcios hacia los hebreos era terriblemente dura e insoportable.
En la vocación y misión de Moisés el autor bíblico ha dejado trazado el esquema permanente de toda “vocación”. El teólogo redactor nos subraya que el contacto con Dios no es algo que pueda alcanzarse mediante técnicas de contemplación u oración. La verdadera revelación es siempre el resultado de un acto absolutamente libre por parte de Dios, porque Dios tiene siempre la iniciativa y porque Dios es esencialmente inmanipulable.
Moisés aparece como quien se niega a hacerse cargo de una difícil misión y eso porque es importante que aparezca ante el pueblo que se trata de hablar en nombre de Dios y no por propia iniciativa. Para no hacerse cargo de la misión Moisés pone toda clase de dificultades.  Una de esas dificultades, quizá la decisiva, es exigirle a Dios que le revele su nombre. Pero el nombre propio, en la mentalidad judía bíblica, es el fundamento del poder de Dios y, quien conoce dicho nombre, tiene a su disposición el poder divino. Si Dios revela su nombre pierde su independencia. Por eso Dios se niega a dar su nombre, por eso contesta­: “YAVE” o sea­:Yo soy el que soy, o Yo soy lo que Yo soy. De allí en adelante el pueblo de Israel empleará esa respuesta como el nombre propio de Dios.

Hoy día se acepta casi con unanimidad que la fecha del éxodo es el siglo XIII a. C., bajo Ramsés II faraón opresor y Merneptah faraón de la salida.
El éxodo primero, por ser, para el pueblo en su relación con Yavé, una etapa de “noviazgo juvenil”, por ser una etapa de pueblo-recién-constituido, y de pueblo recién llamado-por-Dios mismo a lograr su plenitud, por ser una etapa de alianza-recién-pactada, aparecerá, más tarde, como la etapa de comunidad ideal, hacia la cual hay que esforzarse continuamente por volver.
Otro de los sentidos más profundos que contiene el relato del Exodo es el de poner ante los ojos de todo el pueblo de Israel que Dios siempre cumple su palabra. El hará todo lo que haga falta para ello, pero su palabra no quedará sin cumplirse.
El pueblo de Israel aprendió a ver la intervención de Dios en todo proceso de liberación que afectara al pueblo entero. Dios, decía el pueblo después de su experiencia en el éxodo, se “arremangará” y hará todo lo que haga falta con todo su poder, para que su pueblo sea un pueblo que pueda servirlo en libertad. Por eso, el pacto de la Alianza empezará diciendo­: “Yo soy el Dios que te libero de la esclavitud, por eso no...” Desde el punto de vista de los egipcios, Moisés y los judíos no eran sino unos subversores, unos rebeldes contra “el orden establecido”. Desde el punto de vista de Dios, el éxodo es una ruptura con el “desorden” establecido y que siempre es visto como “orden” por los opresores. El éxodo viene, entonces, a significar que todo hombre debe salir de “Egipto” cada día.
 
Aclaremos, finalmente, que cuando el pueblo de Israel ve a Dios interviniendo en su historia de una forma tan palpable y concreta no es porque el pueblo de Israel no fuera realista sino porque, para el pueblo de Israel, Dios es tan real o más que cada suceso de la vida diaria y su historia no puede ser comprendida, asumida o explicada, sino a la luz de la fe.

9.8.14

LA LIBERTAD EN EL SER HUMANO



ANTROPOLOGÍA DE LA VINCULARIDAD:
El ser humano no es meramente quién es aisladamente sino a partir de la vinculación existencial que le es destinada por su época según la disposición de las regiones vinculares. De tal manera que un ser humano es co-originariamente un ser con lo sagrado, un ser consigo mismo, un ser con los otros y un ser con la naturaleza.
Desde cada una de las dimensiones nos exponemos a su peculiaridad y a la intersección con los demás. Esto requerirá sostenerse en la tensión entre ser y no-ser, entre ser y querer ser, entre ser y poder ser. Esta tensión se hace presente permanentemente frente a cada acto realizado por el ser humano. 

                                    LO SAGRADO   
     
CONSIGO MISMO     SER HUMANO      LOS OTROS
           
                                  LA NATURALEZA

La libertad humana se puede definir como la “autodeterminación axiológica” (valores).  Esto significa que una persona libre se convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su conducta, pues él mismo la determina en función de los valores y creencias que previamente ha asimilado.  Cuando no se da la libertad, o se da en forma disminuida, entonces el sujeto actúa impedido por otros factores, circunstancias y personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta.  De acuerdo con esto se dice que   la condición previa de la libertad en un individuo es la captación y asimilación de los valores y las creencias que tenga en relación directa con las regiones de la vincularidad. 

 En la medida en que un individuo fortalece su creencia y amplía su horizonte axiológico, podrá ampliar paralelamente el campo de su propia libertad.  Y en la medida en que una persona permanezca en confusiones con su creencias y/o  cerrada  a ciertos valores, se puede decir que posee una limitación en su libertad.

Para que exista verdadera  libertad humana tienen que ir en paralelo el sentido axiológico y el sentido de responsabilidad, de no ser así se convierte en libertinaje.

La postura que niega la libertad humana es el “determinismo”, postura propuesta por Skinner (psicólogo estadounidense) que ha cobrado mucha importancia desde la psicólogía conductista, que rechaza la libertad en función de un fenómeno también real, que son los condicionamientos en que vive inmersa la mayoría de la gente.

Uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona es su proceso de liberación.  La libertad puede aumentar o disminuir a lo largo de la vida.  Los primeros factores que limitan la libertad del hombre son: los condicionamientos, los mandatos, las manipulaciones ajenas, las emociones sofocantes, la ausencia de consideración de las zonas vinculares.
El tipo de libertad del que estamos hablando es la libertad interior, ésta se rige por valores captados, también es llamada libertad axiológica una vez que se asimilan los valores.  El ser humano en relación con sus creencias y forma de estar en la vida elige realizar algún valor o rechazarlo. La Libertad no existe cuando una persona está totalmente negada para los valores.  Actuar libremente significa adoptar y realizar un valor, o rechazarlo.  Cuando no existe uno o varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos, condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del inconsciente, presiones externas, etc.  La percepción de los valores es indispensable para que exista un acto libre.   
Existen dos modos de percibir lo valores:
  1.            En forma conceptual.  Es la que se logra por medio de explicaciones teóricas o descripciones más o menos distantes del objeto valioso.
  2.        En forma intuitiva.  Es la que se logra por medio de una vivencia en la cual se capta, se aprecia y se adopta ese valor como tal dentro del mundo personal del sujeto cognoscente. Para que la libertad axiológica se pueda dar debe existir la posibilidad de un conocimiento holístico o intuitivo de uno o varios valores.  Sin este tipo de conocimiento, muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se dé la libertad que nos lleva al valor moral.  En otras palabras: para elegir un valor, primero hay que conocerlo y apreciarlo en cuanto a tal.

Para un manejo sencillo de las clasificaciones de la libertad, esta se ha divido dos muy sencillas: 
 a)      Libertad-de: Significa libertad de obstáculos, de relaciones perjudiciales o de restricciones, sean estos de orden físico o de orden moral. 
 b)      Libertad-para: Significa libertad para alcanzar un objetivo o para realizar un valor o para llegar a una meta, es de tipo interna y reside en la voluntad.

La libertad humana no es absoluta.  Existen varios obstáculos que disminuyen y, a veces, nulifican la libertad de la conducta humana. El Estudio de ellos proporciona mayor claridad para la comprensión de los actos humanos en la vida real.  En la medida en que falta libertad, el acto humano pierde su calidad de humano y llega a convertirse en un simple acto del hombre. A pesar de esto, la libertad puede conquistarse e incrementarse a partir del nivel de desarrollo y madurez propio de cada uno. 


Existen diversos obstáculos contra la libertad que podemos nombrar:

1.      La Ignorancia. Consiste en la ausencia de conocimientos, es un obstáculo ya que para elegir algo, es preciso conocerlo.  El mejor consejo para obtener la libertad es abrir horizontes, ilustrar acerca de nuevas posibilidades. 
2.      El Miedo. Consiste en la perturbación emocional producida por la amenaza de un peligro inminente y es un obstáculo ya que en casos extremos (pavor), puede producir una ofuscación completa de las facultades superiores, y todo lo que se ejecuta en esos momentos pierde el carácter de acto humano, pues el sujeto no puede responder de ello.
3.      La Cólera y Otras Pasiones. La cólera, también llamada ira, enojo o coraje, al igual que otras emociones y pasiones producen una fuerte limitación en nuestra capacidad de elegir libremente.  La emoción llevada a los extremos recibe el nombre de pasión. 
4.      La Violencia y la maldad. Son fuerzas que actúan de manera física o psíquica. Éstas pueden debilitar la libertad del sujeto hasta el grado de suprimir toda responsabilidad en lo que se refiere a la conducta realizada en esos momentos.
5.      Los Desajustes Psíquicos. Los desajustes psíquicos, entre los cuales sobresale la neurosis, debilitan la libertad debido a que la persona se siente atada a ciertos patrones de conducta, a mecanismos de defensa, a lo que le dicta el autoconcepto o los mandatos internos, a las emociones exageradas, como la ansiedad y la angustia.

Desde el cristianismo se sostiene que una huella de la imagen de Dios en el hombre es, indudablemente, el don de la ‘libertad’. Se trata de esa eximia facultad por la cual el hombre puede auto determinarse, o sea, ser ‘dueño’ de sus propios actos y responder por ellos. Inherente a ella y a su autenticidad es el impulso hacia el bien, jamás hacia el mal. Por tanto, la libertad será auténtica y humana únicamente cuando es ejercida en orden al bien y a la verdad de las cosas.Para los cristianos la verdad es la persona de Jesús. No por nada, Jesús decía: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" Jn 14,6 y agrega “la Verdad los hará libres” Jn 8,32.  En efecto, persona ‘responsable’ es aquella que ejerce su libre albedrío dentro de los confines de la verdad.

 La ‘libertad ética’ o a veces también llamada libertad moral, es aquella que consiste en aprender a elegir, siempre y espontáneamente, en orden al bien y a la verdad. Exige disciplina, esfuerzo, perseverancia, conocimiento y búsqueda de la verdad.

El camino de altura que permite al creyente ser plena y satisfactoriamente libre es la “Santidad” que significa vivir plenamente en el Amor, pero toda persona puede alejarse de este camino cuando actúa ejerciendo un daño en alguna de las regiones de la vincularidad y cuando ese daño no es reparado, la persona queda en situación de pecado. Seguir los pasos de Jesús, viviendo su enseñanza de amor y cumpliendo sus exhortaciones evangélicas, significa alcanzar máxima libertad y santidad. Cristo es, por cierto, el ‘Esplendor de la Verdad’ ya que el verdadero amor siempre nos hace libres.